Las vacaciones estivales se me acaban, pero se me están acabando en un lugar muy especial de nuestra geografía, donde el campo se convierte en mar y el mar se come los acantilados que a merced de la fuerza del viento esta, Cantabria.
Tanto que la promociona Revilla, nombrándola en cualquier oportunidad, haciendo gala de esta magnifica tierra que nos acoge para el verano cerrar, aquí en su tierra de verde y mar, y es simplemente impresionante, pero no perfecto por el continuo viento que se pasea por la costa del Mar Cantábrico. Será que así nos ha recibido pero alguna tregua nos da, en estos días de descubrimiento de la infinita Cantabria.
El lugar escogido como campamento base de esta aventura por tierras del norte a sido Suances, ahora mismo sentado en la terraza del apartamento y con vistas directas al mar, sobre un acantilado, me doy cuenta de lo mucho que me gustaría poder vivir entre el mar y la montaña, pero así de cerca de ambas cosas como ahora mismo.
Todavía nos queda mucho por ver, ya que solo llevamos 2 días, y nos quedan 3, pero por ejemplo hoy hemos estado en Santander, Ciudad bonita, con la playa del sardinero pegada a un parque y entre verdes acantilados, donde se pone de manifiesto la blanca piedra caliza que se erosionan con las fuertes olas que las golpean, en definitiva una bonita estampa, por lo general, Santander es una ciudad con un nivel adquisitivo alto, todo el centro esta salpicado de casas antiguas, pequeños palacetes y casa de tipo victoriano, todo ello rodeado de bloques de pisos de alto standing que no superan las 5 alturas y que tampoco rompen la estética de la zona.
El paseo marítimo es muy largo y adornado de jardines bonitos que contrastan sus colores con el azul del mar y el blanco y marrón de las rocas, pero el paseo se me hace largo, se parece a una ciudad que visite hace un año mas o menos, a San Francisco, solo le falta el tranvía, por que las cuestas las tiene…
La gastronomía de la zona es “espectacular”, como diría un orondo restaurador barcelonés de raíces asturianas, con el que me tope una noche en una cena en su local, pues si espectacular por su variedad, de carnes, pescados, mariscos, legumbres…, buena calidad y buen precio, que mas se puede pedir.
En definitiva un lugar bonito Cantabria, un lugar privilegiado, que me evoca a pensar en las playas de arena fina y los acantilados verdes del Reino Unido, que tanto he visto en las películas, un lugar para volver, un lugar para relajarse y disfrutar con los amigos o la familia, y para visitar la multitud de pueblecillos y paisajes incomparables, que hacen justicia al cartel que te encuentras a la entrada en la autopista, Cantabria Infinita.
En una dimensión diferente
Bienvenidos a esta otra dimensión, donde las ideas y los pensamientos, van de la mano de experiencias vividas e historias de una ficción, de lo mas real.
domingo, 12 de septiembre de 2010
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