Verano del 2010
Si por un momento todo desapareciera, si sintieras cerca la proximidad del final, merecería la pena lo luchado? O simplemente se tornaría en una gran banalidad?
Verano del 2010. La vida transcurría según lo planeado, un verano especial, un verano compartido y disfrutado a partes iguales.
Me preocupaba la vuelta al trabajo y pensaba en lo que me hubiera gustado poderme quedar para siempre en aquel lugar.
Paradojas del destino hoy me hacen escribir esta historia, que quien me iba a decir, que también acabaría aquí, en uno de los pocos lugares donde la naturaleza todavía te podía proteger de los males de la vida mundana del siglo XVI.
En el 2010 cuando solo tenia 31 años, y donde todos pensábamos que los coches ya deberían volar, como nos habían vendido en las películas futuristas de los años 80 y 90 y no lo hacían, aquel año mi vida se abría a nuevos horizontes, ya que pronto me esperaría la paternidad.
La vida volvió a la rutinaria realidad una vez se acabaron las vacaciones, aunque con cambios sustanciales tanto en lo profesional, como en lo personal.
Todo era preparar la casa o mejor dicho el piso, en definitiva el hogar, para el nuevo inquilino que pronto se instalaría en nuestras vidas. Que si pintar, que si redecorar la habitación, una constante limpieza de lo sobrante y de preparativos cuando un evento así se acerca.
Los meses siguientes pasaron y a principios de mayo, Abril una preciosa niña de pelo negro y enormes ojos azules, comenzó a ser el centro de nuestras vidas.
Con la pequeña Abril en casa y mi vuelta a una de mis aficiones, ejercer de entrenador de futbol sala, el tiempo, mi tiempo se veía sensiblemente reducido y eso sin contar lo que me absorbía el trabajo.
Poco tiempo se te parece cuando pasa tan rápido, cuando tienes tantas cosas para hacer, parece que los años pasan fugaces.
La vida era demasiado rápida para mi gusto, aunque los meses del embarazo de Abril se me hicieran eternos.
Cuando Abril hubo cumplido 10 años, mi vida había cambiado por completo, yo ya no era un simple técnico en el departamento técnico de la empresa para la que trabajaba y claro ya el electrodoméstico había pasado a la historia, la empresa para la que llevaba trabajando 15 años, se había convertido en la pionera del diseño y la fabricación de maquinas de crío éxtasis en Europa y yo era el jefe de proyecto, de uno de sus proyectos mas ambiciosos, una maquina que podría mantener a una familia entera en crío éxtasis durante siglos, siendo de características similares a un bunker antinuclear.
Y todo esto me llevaría a mí y a mi familia a embarcarnos en un viaje del cual ya no volveríamos.
En una dimensión diferente
Bienvenidos a esta otra dimensión, donde las ideas y los pensamientos, van de la mano de experiencias vividas e historias de una ficción, de lo mas real.
domingo, 12 de septiembre de 2010
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