En una dimensión diferente

Bienvenidos a esta otra dimensión, donde las ideas y los pensamientos, van de la mano de experiencias vividas e historias de una ficción, de lo mas real.

martes, 2 de febrero de 2010

El hombre del lago (C8)

Las dos primeras citas

Hacia una semana que había conocido a Lucia, y no me la podía quitar de la cabeza, era preciosa, a la par que simpática e inteligente, morenaza de metro setenta, y unos ojos de gata color marrón/miel. Como salida de una canción de sabina, sus curvas eran bastante peligrosas, en fin un bombón de esos que se te derrite en la boca y no en la mano, encima por lo que puede observar durante el viaje, era una mujer muy coqueta y siempre le gustaba ir divina de la muerte, como ella me dijo en alguna ocasión durante la conversación que mantuvimos durante el viaje, la verdad que por su trabajo y por que ella lo valía, siempre iba de punta en blanco, y eso me gustaba de ella, además era una chica con la que se podía hablar de todo, y de todo era de todo. En fin que quede prendado de ella y de mi suerte al encontrarla como caída del cielo, y nunca mejor dicho.

Con lo cual allí me encontraba en el parque del Retiro en un banco junto a la casa de cristal, esperando a Lucia. Creo que llegue como media hora antes de lo que habíamos quedado, ya que prefiero eso a que me tengan que esperar y más si es una mujer, ya que pienso que a las mujeres hay que esperarlas y no lo contrario si no se perdería el encanto de las citas. Por un momento pensé que no se presentaría ya que no nos conocíamos mas de un par de horas charlando, pero aquel día, hablando con ella en el avión, supe nada mas mirarla a los ojos que había una química especial entre nosotros, y por lo tanto no me fallaría, no viniendo a la cita.

Eran casi las siete de la tarde, cuando vi aparecer a Lucia por el caminillo que venia desde una de las avenidas principales del parque a parar a aquella zona donde estaba la casa de cristal y el estanque que tiene frente a ella.

Lucia me sonrió, entre avergonzada y contenta por verme allí, cuando hubo llegado al banco nos saludamos con un par de besos y comenzamos a hablar de todo y de nada, un poco como una conversación de do jovenzuelos enamorados. Así estuvimos casi una hora hasta que nos decidimos a ir a pasear por el barrio de la Latina y de paso picar algo por allí, la verdad que había pensado un sitio que me gustaba mucho y era un Restaurante / Bar donde hacían todo tipo de croquetas, incluso dulces, una verdadera pasada y allí acabamos la velada, entre vino y croquetas, y después de cenar la acompañe hasta que cogió un taxi para dirigirse a su casa, ya que yo prefería andar, y deambular pensativo por la ciudad, recreándome en cada gesto, palabra, mirada o cada ápice que recordaba de Lucia.

Íbamos quedando casi todas las semanas, al menos un día, para charlar, pasear, debatir, esas cosas que sueles hacer con los amigos y no con tu pareja, era una experiencia muy agradable y deseada, ya que si algún día no cuadraban nuestras agendas, era como una decepción. A mi día a día y conforme la iba conociendo, mas me iba colgando de ella, pero claro tenia pareja y eso había supuesto una barrera para poder intimar. Así que no fue hasta nuestra segunda cita seria, de casi un día completo, cuando nos besamos por primera vez, y fue el beso mas dulce que jamás hubiera imaginado, no podría nunca olvidarme de aquel día…

Era un soleado domingo de principios de Junio y habíamos quedado en el rastro para mirar unas cosillas que quería comprar Lucia, algo antiguo, no recuerdo bien lo que era, algo como unas medallas o abalorios de la época de la guerra civil, se las compraba a una anciana, que parecía que llevaba toda la vida allí sentada en su pequeño y cochambroso puestecillo, cual entrada de una Khaymah, en medio del desierto, ese puestecillo tenia mas alfombras y mantas, que la casa de Alí baba y los 40 ladrones, y un montón de cajas y artilugios, cuadros, retratos, papeles de negocio y del estado, parecía que la mujer era quien le hacia los pasaportes a James Bond, tenia pinta de manejar…

En fin, después del paso por la tienda de la abuela de Aladin y de que Lucia comprar lo que tuviera que comprar, decidimos ir a comer a un Japonés que conocía Lucia, después paseamos por Madrid, aprovechando el magnifico día que hacia, con el cielo pintado por alguna nube, pero en general de un azul chillón, y la tarde era propicia para ello.

Y acabamos el día despidiéndonos en el coche, de la manera mas dulce que lo podíamos hacer, besándonos por primera vez, por fin habíamos roto el hilo de nuestra tensión sexual, que cada día estaba mas tenso, y nos besamos como si no lo fuéramos a hacer nunca mas, fue muy especial, aunque al mirarnos a los ojos los dos pensamos que ya habíamos dado el paso y no se podía dar marcha atrás. Debíamos plantearnos algo de nuestra relación, si íbamos en serio o solo seriamos amigos, amantes y residentes en Madrid.

A partir de ahí todo fue a más y cuando ya éramos mucho mas que amigos, y casi cuando Lucia ya había comenzado a plantearse lo nuestro en serio, ocurrió el incidente y …

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