En una dimensión diferente

Bienvenidos a esta otra dimensión, donde las ideas y los pensamientos, van de la mano de experiencias vividas e historias de una ficción, de lo mas real.

viernes, 29 de enero de 2010

El hombre del lago (C7)

La vida en el lago

A la mañana siguiente, bueno mejor dicho, a la tarde siguiente de mi primera intervención en algo relacionado con una de las pesadillas, desperté como si hubiera rejuvenecido dos años, el estrés sufrido la noche anterior me había dejado exhausto, y el descanso fue casi milagroso, la cama ancha y semi blanda de la casa, era como un molde para mi dolorido cuerpo, ni me entere cuando vinieron a retirar el coche del lago. Se que lo habían retirado durante la mañana ya que cuando me levante salí a dar una vuelta por los alrededores de la casa y por donde había ocurrido el accidente y ya solo quedaba algún resto del coche por allí tirado, algún pequeño trozo de plástico y poca cosa mas, las ruedas de la grúa, así como los retenes de la misma yacían marcados en la tierra blanda de la parte mas próxima a la orilla.

Tenia que ponerme las pilas y organizarme un poco para estar por allí el tiempo que hiciera falta, ese día comencé a adecentar la casa y además salí de compras a uno de los pueblecitos cercanos, las gentes de la comarca eran algo huraños y recelosos de los forasteros, pese a ser una zona muy turística del norte de la península, pero eran amables y aparte como en los pueblos las noticias corren como la pólvora, debieron intuir que yo era el forastero que la noche anterior había salvado a Margarita, la mujer del coche e hija del boticario, como ellos llamaban al farmacéutico, de uno de los pueblos próximos al lago, puesto que era de los pocos turistas que habría en la zona por aquellas fechas.

Estando comprando alguien me reconoció, era una señora mayor que decía que me recordaba de cuando pasaba los veranos de pequeño con mis abuelos en la casa de mi tío, la mujer me dijo que meses atrás alguien vino preguntando por la casa, si alguien conocía al dueño, cosa que me extraño puesto que hacia años que nadie venia por ella, lo mismo era alguien interesado en comprarla, pero bueno solo eran conjeturas ya que no tenia constancia de que ninguno de mis amigos supiera exactamente donde estaba la casa, y tampoco de que nadie se hubiera interesado por ella en los últimos años, o por lo menos mis padres no me habían dicho nada, así que no le di la mayor importancia.

Los días fueron pasando, mi vida era tranquila y meditativa, trabajaba en mis proyectos, que una vez acabados enviaba a la empresa para la que trabajaba en Madrid, paseaba por los alrededores, cuando no tenia que salir a algún viaje imprevisto de trabajo, pero en general era una vida tranquila y llena de momentos de pensamientos contradictorios por todo lo que me había pasado.

También las pesadillas se sucedían, aunque no tenían un frecuencia concreta en el tiempo, ni siempre ocurrían en el mismo lugar, así que durante un tiempo viaje bastante, siempre interviniendo en hechos de no mucha relevancia, pero siempre ayudando a alguien en alguna desgracia, algunos sucesos ocurrían en la proximidades del lago, así que pronto por mi secretismo y mis pocas apariciones en publico, aunque notables en según que casos, y pese a intentar pasar lo mas desapercibido posible, pronto se me empezó a conocer como el Hombre del Lago, por los lugareños.

Recuerdo una de las cosas que tuve que hacer a raíz de una de las pesadillas, algo que no se me olvidaría en la vida, resulta que llegando el verano y dos días después de una de mis particulares pesadillas, paseaba por un pueblo abandonado de las proximidades del lago, la comarca pese a ser turística, tenia muchos pequeños pueblos o pedanias que estaban casi deshabitadas o desiertas, por la falta de trabajo y las pocas ayudas agrarias que tenían, y puesto que aquí no se podía vivir de otra cosa, pues los jóvenes en el momento que salían fuera a estudiar, muchos ya no volvían y en muchos casos los pocos habitantes que quedaban eran personas mayores que ya nunca se irían de allí, por lo menos en vida.

Pues bien paseando por entre la calles desiertas de esa pequeña aldea, entre los resto de casa como la mía, pero con los techo caídos, las vigas raídas por las carcomas y algún que otro animalejo, y observando que algunas de las casas todavía conservaban el encanto de antaño, ví a una niña de unos cinco años, corretear alegremente por algunas de las calles, no le di la mayor importancia ya que pensé que seria la hija de algún turista que como yo estaba paseando por aquel lugar con encanto.

Seguí mi paseo hasta que la niña se me apareció de improvisto delante mío y se puso a llorar, yo me dirigí a ella para que me explicara que la ocurría y la niña me dijo que había perdido a su madre, y no sabia donde estaba, yo me ofrecí a acompañarla, la cogí de la mano y note que la tenia extremadamente fría, cosa que me extraño pero bueno la dije que me llevara donde la vio por ultima vez y entonces me llevo a una casa que estaba totalmente reducida a escombros, todo aquello me resulto muy extraño ya que era imposible que su madre pudiera estar dentro de esa casa tal y como la niña me indicaba.

En mi pesadilla de dos noches atrás había visto algo relacionado con un cementerio, como que me dirigía al de un pueblo, pero todavía no veía que relación guardaba con la niña y su madre, le pregunte a la niña que en que momento había perdido a su madre y la niña, me dijo cuando vinieron los aviones, que aviones? Los aviones que disparaban decía la niña por un momento alucine, no sabia que me quería decir la niña, por un momento pensé que jugaba conmigo, como quien juega a las adivinanzas, y la dije que me indicara el lugar de la donde la había perdido y me señalo donde parecía haber estado una estancia de la casa donde parecía haber una pequeña cama bajo los escombros, no entendía nada así que decidí retirar algunas de las piedras que cubrían la cama y encontré un trozo de tela que parecía de un trajecito de niña, seguí sacando piedras y descubrí algún hueso y la calavera de una niña o niño, por lo pequeña, me gire y le pregunte a la niña como se llamaba su madre y me dijo que se llamaba Maria Gómez, y me insistió en los aviones. Desconcertado cogí a la niña y salimos a las afueras del pueblo donde me pareció ver una leyenda de estas que colocan los ayuntamientos para hacer un poco de resumen de la historia del pueblo una vez que han sido abandonados.

Cuando estaba leyendo el cartelón, un escalofrió me recorrió el cuerpo, el pueblo había sido bombardeado durante la guerra civil y los últimos habitantes abandonaron el pueblo 3 años después de finalizar la guerra, de súbito me gire hacia la niña y la dije que ya comprendía todo, la pregunte si ella sabia donde estaba el cementerio del pueblo y allí me llevo, buscando un poco encontré una lapida que rezaba Maria Gómez Cubelo y Juan Mayor Rodríguez, fallecidos en el bombardeo de octubre del 1938, descansen en paz y esperando poder reunirse un día con su hijita perdida entre los escombros de su casa, entonces me dirigí a la niña y la dije que ya habíamos encontrado a su madre y que por fin se podría reunir con ella, la niña con paso firme y seguro se diluyo como un azucarcillo en la tierra delante de la lapida, pude comprenderlo todo rápidamente el alma de la niña al ser tan pequeña, cuando murió, no sabia leer y como no pudieron rescatar sus restos de las ruinas de la casa, nunca la enterraron y la pobre deambulaba como atrapada en esta dimensión jugando por entre las calles desiertas de la aldea, esperando hasta que un dial legra alguien que la ayudara a encontrar a su madre.

Esta experiencia me marcó, para siempre y fue lo más paranormal que había vivido nunca en mi vida y lo que más me acojono después, durante mi vida en el lago, que era muy tranquila pese a las peripecias que a veces tenia que hacer.

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