La piedra que se mece en el lecho del río, cantoneada por el paso del tiempo y del agua, rueda como una pelota de playa mecida por el viento, río abajo, por el lecho del mismo.
Su largo y denso camino desde que cayo desprendida de la roca madre, la ha ido puliendo, redondeandola y formándola en una elipse tridimensional casi perfecta, una evolución larga y dura, llena de roces i fricciones a lo largo del río.
Cual mujer que desde niña se va puliendo y se convierte en esa mujer bonita y de curvas casi perfectas, la piedra sufre esa continuada transformación.
Su futuro es incierto algunas acaban en el mar medicadas por las fuertes mareas y otras caerán en los meandros del río, donde con un poco de suerte servirá de juguete a un niño que decida hacerla brincar por encima de las aguas hasta hundirse irremediablemente al fondo del río, de donde provenía y de donde salio para poder quebrarse al sol, pero que suerte de destino es ese que la vuelve a arrastrarla al fondo del río, donde posiblemente no acabara en el mar, o por lo menos siendo piedra, porque el desgaste se la llevara antes arrastrando sus partículas hacia el mar.
El viaje de la piedra puede trasladarse a las personas, ya que nacemos tomamos nuestra forma a base de ser pulidos por esta rasposa, dura y rápida sociedad, y cuando ya nos hacemos mayores nos vamos consumiendo hasta desaparecer convertidos en partículas de polvo al igual que la piedra, lo único es que nosotros somos capaces de decidir.
En una dimensión diferente
Bienvenidos a esta otra dimensión, donde las ideas y los pensamientos, van de la mano de experiencias vividas e historias de una ficción, de lo mas real.
lunes, 25 de enero de 2010
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