Entre en una habitación y me encontré el diario local con una noticia en portada que hizo dibujarse una sonrisa en mi cara, “Pillada pareja de amantes furtivos, dándose amor contra la muralla del castillo del siglo XVI”, la historia me pareció graciosa por eso de que conocía a la pareja en cuestión, pero en la localidad parecía que había causado sensación, ya que se trataba de un lugar muy pequeño.
La fogosidad de este par de dos me parecía desmedida, aunque yo no fuera sospechoso de ser comedido en esos temas precisamente, pero me daba la sensación que una relación tan basada en el folleteo no iba a llegar muy lejos. Aunque siempre puedo estar equivocado, ya que los caminos del señor son inescrutables…
Parecía que era el verano del destape, ya que en todas las cadenas de TV, parecía que les había dado la fiebre de la teta descubierta y todos competían en sus telediarios y en sus programas callejeros veraniegos, en ver quien enseñaba mas mujeres y algún hombre, luciendo sus encantos en alguna de las múltiples playas del mundo.
Aunque este tipo de cosas me gustaban, siempre diré que ver a una mujer desnuda es mejor que ver cualquier otra cosa en el mundo, todo esto me estaba empezando a cansar, aunque pareciera mentira, mis niveles de testosterona estaban bastantes equilibrados ya que últimamente, mi actividad era bastante buena, y no es por vacilar, pero con datos contrastados en la mano, me podía considerar un hombre casado atípico, ya que en mi de momento no se cumplía esa máxima de “follas menos que un casao!!”, aunque era ficticio, ya que era un plan maléfico de mi mujer para quedarse embarazada, por eso quizá tendía a envidiar algunos de mis amigos por su variada vida sexual, es lo que tiene tener folliamigas…, así que a modo de terapia y cansado ya de escuchar a mi amigo M de pedirme un relato picante, decidí escribir la siguiente historia:
Las guarrillas de su folliamigas
Santi con sus habituales trempéras matutinas estaba empezando a tener problemas, ya que no es lo mismo levantarse mañana tras mañana solo en casa tu y solucionar el problema en un apresurado cinco contra uno, pero si te levantabas en casa de tus padres, y al lado de la cama de tu abuela, pues ya es mas difícil.
La salida, no, no era una chica que hacia posturitas obscenas con un cartel que la señalara como salida, si no la salida hacia el lavabo fue fulgurante al darse cuenta de la situación. Una vez en el baño y después de un alivio inmediato, puesto que la tienda de campaña estaba apunto de reventar, se preparó para comenzar un día que le depararía la historia sexual de su vida aunque el todavía no lo sabia.
La noche anterior era confusa en su cabeza, ya que no sabia, como había acabado en casa de sus padres, pero si nos remontamos a unas horas antes…
Era Jueves por la noche y Santi había quedado con Silvia, una de sus folliamigas…, la verdad que Santi era un tío que pese a no ser un adonis, su gracejo natural le hacia tener éxito con las mujeres, bueno éxito en los juegos amorosos del aquí te pillo y aquí te mato, su mirada sucia atraía a las pobres y desinhibidas chicas con las que solía tratar a diario, así que sus fugaces visitas al lavabo del trabajo, al del bar de copas que solía regentar, al coche y a cualquier lugar que le propiciara una minima intimidad para liberar al pequeño Willy, eran constantes.
Aquella noche y después de su primera visita con Silvia, al lado mas oscuro de su entrepierna, se disponía a tomar una copa e irse a casa para terminar la noche con Silvia, pero en el momento mas inoportuno apareció Patri en “La Almeja Cantora”. Mierda pensó Santi ya que Silvia y Patri se conocían entre si, pero no sabían que compartían juguete sexual, así que como Santi no tenia muchas ganas de presenciar ningún tipo de espectáculo de lucha de gatas, intento actuar con la mas absoluta normalidad, como si solo hubiera quedado con Silvia a tomar una copa, total que cuando Patri se presento delante de ellos se saludaron y entablaron una interesante conversación, de cuando en la universidad se corrían unas farras de escándalo.
Y hasta ahí recordaba Santi su anterior noche, bueno hasta ahí no, la ultima imagen que tenia en la mente era ver como Silvia y Patri se enrollaban delante de el a modo de la peli “Juegos Salvajes”, eso le había proporcionado la trempera matutina de aquel día.
Santi salió de casa y fue al trabajo, allí se encontró con Silvia la que con voz picara y con picaditas de ojos le dijo, “acuérdate de lo de esta noche”, Santi con cara de póker asintió, pero no muy convencido de ello intento recordar que iba a pasar esa noche, y después de darle muchas vueltas a la cabeza lo recordó, había quedado con sus dos folliamigas para hacer un trío, guau!!! El sueño de todo tío, y sobre todo de uno con la mente tan calenturienta como la de Santi. En ese preciso momento también recordó por que había tenido que irse a casa de sus padres a dormir la noche anterior, en la refriega que había tenido con Silvia en el lavabazo de “La Almeja Cantora”, se le habían debido de caer las llaves al suelo, así que en cuanto saliera de trabajar debería pasarse por el bar antes de ir a casa, lugar de la quedada a tres bandas, para poder recuperar las llaves que seguro había encontrado Pepi, la dueña del local, al hacer los lavabos.
Así que así hizo, se pasó por “La Almeja Cantora”, efectivamente Pepi había encontrado las llaves, pero claro se las hizo buscar por dentro de su escote y eso hizo que Santi cumpliera con Pepi allí mismo en la barra, suerte que todavía no estaba abierto el bar que si no el espectáculo era para verlo. La pechugona Pepi abierta de patas sobre la barra del bar y Santi con los pantalones a medio bajar sobre un taburete dándolo todo.
En fin una vez pagado el peaje del bar, Santi se dirigió a su casa, que era muy moderniqui, por cierto, Santi invertía prácticamente todo lo que ganaba en la hipoteca de su pequeño loft y en la decoración del mismo, así que nada, había preparado todo cuando picaron al timbre, y sorpresa no eran ellas, no era Ernest el vecino gay de Santi, joder, pensó, que coño querrá este tío, la virtud de llamarse Ernesto, le vino a la cabeza en ese momento.
Ernest solo quería un poco de amor como el que va a pedir sal y solo hacia que intentar sobar a Santi, y el solo intentaba zafarse cortésmente de sus arrumacos, nada mas pensando en las dos preciosidades que estaban a punto de llegar, finalmente Ernest se dio por vencido y con un “ese culete algún día será para mi cohete”, se despidió, menos mal pensó Santi, casi no me lo saco ni con agua caliente.
Al poco llegaron Silvia y Patri, y el festival fue monumental, 8 entra las dos, cuatro a cada una, y los tres contentos y satisfechos, sobretodo Santi que aparte de cumplir una de sus fantasías, le habían ordeñado mas que a una vaca lechera.
Verdaderamente sus folliamigas eran unas guarrillas, solo a la altura de él mismo y eso ya era difícil.
Después de tan febril relato quizá pensé en la posibilidad e comenzar un blog porno, como decía mi amigo M, pero es tan cansado…, pero lo mas cansado de todo es tener que documentarme sobre el tema, aunque la practica merece la pena.
Parecía que el caluroso verano, no solo había calentado el ambiente en general, si no también las seseras de algunos y la mía en particular.