La noche era de lo más desapacible y siniestra, los rayos y truenos que retumbaban en los ventanales, en conjunto con el paraje que había ante mis ojos, me erizaba la piel.
Allí desde el ventanal de la casa, de estilo victoriano, en la que me encontraba fumándome un pitillo, empecé a tener la sensación de no estar solo, de no ser por que sabia a ciencia cierta que esa noche la tenia que pasar solo, como cada noche desde hacia un año.
Mis pensamientos volaban, entre el miedo y el frío, allí en la balconera acolumnada que tenia bajo mis pies, cuando de pronto, en la calle que discurría delante de la casa apareció un grupo de niños empapados por la lluvia torrencial, pese a ir pertrechados con algunos paraguas y chubasqueros, incluso una bici, pero estaban empapados ya que huían despavoridos de algo, la velocidad con la que huían de la oscuridad les hacia mojarse irremediablemente.
Ellos no me vieron, ya que entre las sombras de aquella oscura noche, solo iluminada por los relámpagos tormentosos, y las columnas de la balconada en la que me encontraba me hacían difícilmente visible, a los ojos de los que pasaran por la calle y mas si era un grupo de niños huyendo, además todo ello sumado a la cortina de agua que cada vez era mas abundante a pocos centímetros delante mío.
Pese a lo tenebroso de la situación, la curiosidad me pudo, así que me puse mi chubasquero negro y me dispuse a salir a la calle a ver si conseguía descubrir de que huían los niños, aunque lo mas probable es que hubieran hecho alguna gamberrada, pero sus caras no mostraban alegría o pillería, si no mas bien un tremendo miedo.
Baje los siete escalones que bajaban de la entrada de la casa y me dirigí a la calle, atravesando antes el pequeño jardín de la parte delantera de la casa, en estos días de otoño ya repleto de la primeras hojas caídas, eso empezaba a denotar que los enormes plataneros que poblaban la calle, empezaban a deshojarse cual margarita.
Al llegar a filo mismo del jardín, a la propia calle, miré en dirección hacia donde habían venido huyendo los niños y no vi nada. Frente a mi al otro lado del río, estaba el balneario donde miles de jubilados pasaban a lo largo del año gracias al convenio que tenia el lugar con el estado, balneario que vivía de una fuente de aguas casi putrefactas, pero con beneficios para los ancianos que en ellas se bañaban.
El lugar en esa noche de rayos y centellas me parecía a un más tétrico de lo que por si siempre me había parecido, me recordaba a la cas de Norman Bates en “Psicosis”.
Las luces del balneario estaban apagadas, todas menos la de la puerta de servicio, lo cual parecía normal después de una noche de cenas, además se veía a los camareros y pinches por allí pululando dejando todo recogido para el siguiente día de trabajo, en las postrimerías del trabajo diario.
Cuando ya me volvía hacia casa, pensando en que clase de chiquillada habrían hecho aquellos niños, escuche unas voces que provenían del lecho del río, la zona que quedaba justo bajo mis pies pero en la orilla que quedaba frente a mí.
Me quede petrificado al ver lo que seguramente había hecho huir a los niños…
Tres hombres con uniformes de servicio del balneario arrastraban lo que parecían varios cuerpos a una cavidad que se abría bajo las canalizaciones y tuberías que provenían del balneario y desembocaban en el río, zona que normalmente zona que normalmente estaba tapada por el agua del río y las retamas, pero el lecho del río todavía bajo del verano, no había crecido lo suficiente pese a la que estaba cayendo.
Estaban como apilando los cuerpos allí, y en un momento dado mis dudas se despejaron cuando vi aparecer un brazo inerte de la obertura de la cavidad, pero con que fin? Que estaba ocurriendo en el balneario?
Después de presenciar tan dantesca escena, decidí volver a casa y llamar a la policía, ya que allí no podía utilizar el móvil ya que no había cobertura, pero cuando me disponía a recular, las piedras bajo mis pies empezaron a moverse y me sentí caer…
Cuando me desperté, el olor a putrefacción lo invadía todo y el fuerte dolor de cabeza que tenia me hizo perder de nuevo la consciencia durante unos segundos, pero cuando volví a abrir los ojos no podía ver nada, pero no me hacia falta ver nada para saber donde estaba metido.
Saqué el mechero que llevaba en el bolsillo de impermeable y efectivamente estaba en aquella suerte de fosa que antes había visto. El panorama era del todo desalentador y nauseabundo, el pánico se apodero de mi cuando comencé a reparar en las muecas grotescas de los cadáveres de los ancianos que allí yacían semi desnudos, se podía observar que les habían abierto casi en canal como si en un casquería hubiesen pasado a saber que suerte de infierno, así que comencé a palparme como un loco a ver si a mi me habían quitado algo, pero por suerte no había sido así, pero solo podía pensar en como podía salir de allí.
La cavidad en aquellos momentos ya estaba sellada con una puerta metálica que resudaba agua por entre sus rendijas, lo cual eso quería decir que el río ya estaba subiendo, cuanto tiempo llevaba allí encerrado? Cuando caí al río, debí quedar inconsciente por el golpe en la cabeza y los hombres del balneario, me debieron meter allí dentro pensando que estaba muerto y para que no quedara ningún cabo suelto en su operación.
De repente un frío viento me golpeo la nuca y la luz del mechero se apago volví a quedarme en la mas absoluta oscuridad… y otra vez me volví a despertar, estaba en mi cama, y el tremendo trueno que había hecho retumbar la cas era lo que me había despertado, la tormenta aun seguía y la todo había parecido ser una horrible pesadilla, o no?
No hay comentarios:
Publicar un comentario