Siempre haciendo el quiebro en el momento exacto, saliendo airoso de cada situación complicada, haciendo siempre rectas en cada curva, pero no sabía que su suerte iba a cambiar.
Cuando todo tornaba oscuridad a su alrededor, siempre era capaz de encontrar es ápice de luz, por el que escabullirse podía, pero su suerte iba cambiar.
Como todo en esta vida, y todo es todo, siempre hay altibajos, pero para él, parecía que todo el camino era una inmensa llanura, una balsa de aceite, y así vivía de confiado en si mismo, confiado de su buena estrella.
Jamás pudo imaginar que todo eso cambiaria, que se volvería como cualquier mortal, pero es lo que pasa cuando tientas a la suerte tantas y tantas veces.
Alguien algún día le recordó el refrán “ A cada cerdo le llega su San Martín”, echándole en cara su falta de respeto, por su prepotencia demostrada a cada paso, fruto de un exceso de confianza, pero él confiado de su suerte poco caso le hizo, hasta que su suerte cambió.
Cuando todo te viene de cara, lo normal es que en un momento u otro tiene que aparecer un revés que te la parta, la cara, y cuanto mas tiempo llevas sin recibir esa bofetada de realidad, mas duro se te hace levantarte y volver a empezar, después del primer tropezón.
Y eso precisamente le paso a él, un hombre de éxito que de la noche a la mañana se vio sin nada, y ya no tuvo fuerzas para levantarse.
Así desgraciadamente hay mucha gente en esta vida, gente que te mira por encima del hombro durante años, que se cree poseedora del secreto del éxito, del poder, pero vivir engañado es lo que tiene, que cuando estas tan confiado que descuidas tu suerte, ya no la vuelves a recuperar.
No puedes pensarte el ombligo del mundo, por muy arriba que estés, ya que con buena estrella se puede nacer, pero si no trabajas para conservarla, si no eres humilde, ella misma, en el momento más inesperado te dejará caer al vacío desde las alturas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario