Diarios de Invierno: Segunda etapa, Ligüerre de Ara, Jánovas y la antigua Ainsa

Ayer después de nuestra primera etapa, tuvimos una tarde-noche, lúdico-deportiva en casa, la parte lúdica estuvo bien, de la deportiva no voy a hablar…, la verdad que con las temperaturas que hay a partir del ocaso en esta comarca, y en esta época del año, no apetece mucho estar por la calle. Al final después de dar buena cuenta de una botella de licor de miel, y con el cansancio acumulado del día, el sueño hizo mella en nuestro grupo, y por segunda noche consecutiva me quede dormido viendo un capitulo de South Park.

Hoy es 7 de diciembre, me he levantado y he preparado el desayuno, tortitas de puche, desayuno herencia de mis raíces extremeñas, y después de dar buena cuenta de las tortitas, nos preparamos y disponemos a comenzar el día.

Hemos cogido el coche y nos hemos dirigido a nuestra primera parada, Ligüerre, pueblo del valle del Ara, rio que baña la comarca, y en el cual nació la madre de Jaume. La carretera de acceso a esa zona, me ha acojonado bastante, aparte de ser estrecha, el pavimento era bastante inestable, y como en casi todas las partes de este lugar, las carreteras están mojadas, por la continua presencia de nieve y hielo. Mas que pueblo es una aldea, bonita y a la falda de una montaña, y separado de la carretera comarcal por el rio Ara. En estos pueblos poco poblados y en las faldas del Pirineo de Huesca, están comenzando a proliferar las casa rurales una buena manera de subsistencia. Vamos a la casa del tío de Jaume o la casa donde nació su madre, el tío de Jaume, Ramón, se le ve un hombre curtido en estas tierras, pero de una amabilidad impropia de un soltero, cincuentón y que vive solo en un pueblo de 30 personas.

He podido observar que tanto ayer como hoy, en las casas de los distintos pueblos visitados, en sus chimeneas, reposa una figura, de forma cónica o en cualquier caso puntiaguda, que al parecer sirve para ahuyentar a las brujas, parte de la historia fantástica de estas tierras.

Después de pasear un rato por las calles de Ligüerre, pese a lo pequeño que es, tiene un encanto especial, y que me recuerda a mis veranos en Sanabria, pasamos unos minutos visitando a Ramón, el tío de Jaume, y desde allí nos dirigimos a Jánovas.

Janovas en apariencia es un pueblo abandonado, pero encierra una historia que nos dice todo lo contrario, no fue abandonado, si no que fue expropiado, expropiado por el gobierno franquista, para la construcción de uno de sus fastuosos embalses, que jamás se construyo y aun hoy las familias afectadas siguen pleiteando para volver a recuperar sus hogares y tierras.

El acceso al pueblo tiene paso por un par de puentes que cruzan el rio Ara y unos de sus riachuelos afluentes, todo el recorrido a pie puesto que no pueden pasar los coches, parece que estemos en una zona minera más que en una zona en la falda de los Pirineos, en el camino encontramos los restos de lo que pudo ser el apartadero del rio para la construcción de la presa. Parece que estemos caminando hacia un mundo perdido y olvidado, pero nada más lejos de la realidad, los campos del pueblo están trabajados y según dicen cada año todavía los antiguos propietarios del pueblo o sus descendientes, celebran las fiestas patronales en el propio pueblo.

El pueblo, de calles estrechas, está situado en la ribera del rio Ara, contando con una vista privilegiada de gran parte del valle, un pueblo con todas sus casas medio derruidas y llenas de vegetación silvestre, parece que allí haya ocurrido una guerra, y comentamos que allí se han filmado algunas películas, emulando zonas de guerra. Nos detenemos a fumar y charlar junto a la Iglesia del pueblo situada en la zona más alta de la villa, no sin antes haber chafardeado un poco entre sus muros, desde luego la iglesia es la única construcción, que aún conserva su estructura completamente intacta, y desde allí emprendemos el camino de vuelta, visitando otra parte del pueblo de Jánovas y volviendo sobre nuestros pasos hacia el coche, ahora nos dirigimos hacia Labuerda donde comeremos, y muy bien por cierto.

Después de comer visitamos el casco antiguo de Ainsa, parte del pueblo que es de construcción medieval, ya que aparte tiene las murallas del antiguo castillo que reposaba en lo alto de la villa, visitamos la iglesia que es bastante curiosa, por pequeña e intricada como por el enorme campanario que la preside. Puedo constatar que la mayoría del turismo encontrado en esta zona es catalán, cosa curiosa porque parece que estas en algún pueblo de los Pirineos catalanes.

La verdad que hoy la temperatura ha ascendido un poco y se hace muy agradable pasear por las bonitas calles de piedra de Ainsa. El paseo nos transporta a otro tiempo, ya que es lo que evoca el casco antiguo de Ainsa.

Volvemos a casa y ya nos disponemos a pasar la última noche en estas frías pero acogedoras tierras, mañana volveremos a Barcelona y a ver como acabamos la noche…