Ahora mismo escribiendo un capitulo mas del hombre del lago, sentado a contra sol en el “porche” de nuestra casa en Ungilde de Sanabria, veo reflejado en la pantalla de mi ordenador una foto inmejorable.
Mirando a la pantalla me veo reflejado y a mi lado derecho veo el retrato que me ha hecho escribir estas líneas, detrás mío hay una pared de piedra medio derruida que delimita la calle con un finca, sobre la pared hay dos ruedas de carro, que recuerdan el trasiego trashumante de estas tierras hace tan solo unos 40 años, las vacas tan grandes como caballos recorrían estas calles, antaño de tierra, yendo y viniendo de sus tierras de pastoreo y labranza.
Si seguimos mirando el retrato se puede ver alguna casa hecha de piedra y con sus tejados de pizarra, todo ello adornado con el verde intenso de las hierbas, que están en su primer reverdor y el gris casi ceniza o pajizo en algunos casos de los árboles que todavía están despertándose del invierno.
Y prueba de ello en el fondo del plano podemos ver las montañas que forman la cordillera del parque natural de Sanabria, todas nevadas. El cielo que acompaña es de un azul celeste espatarrante.
Primeros pasos de la primavera en estos lares, en los cuales todavía nieva en las cotas más altas, a unos 1100m, lo que hace que el viento cuando sopla desde el norte haga tener una sensación térmica muy baja. Pero hoy no, hoy hace un día esplendido, sin viento y sin nubes, solo alguna bruma fina que asoma en el horizonte opuesto.
Y en el cual podemos divisar el corte blanquecino de las montañas, espolvoreadas de nieve, que produce sobre el bonito cielo azul, se respira tranquilidad, alejado del ajetreo diario. Tranquilidad que nos trae y nos deja asomarnos a este retrato de pantalla.
En una dimensión diferente
Bienvenidos a esta otra dimensión, donde las ideas y los pensamientos, van de la mano de experiencias vividas e historias de una ficción, de lo mas real.
miércoles, 7 de abril de 2010
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