Cuando la razón no entiende y el corazón te lleva, pasas a vivir la vida subido en una nube de cómodas posturas, pero de irreales veracidades.
El verdadero peligro de vivir en una nube es que te puedes caer de ella, ya que mientras estas encima no calibras a la altura que vives y por lo tanto tampoco calibras desde que altura puedes caer.
Pero que bonito es vivir en la inopia en determinadas ocasiones, ya que la mayoría de veces, la realidad es tan dura, tan basta, que te desgarra hasta el alma, pero claro es algo con lo que tenemos que aprender a vivir, ya que con los pies en el suelo, es en el estado natural en el cual vivimos, aunque haya veces que tengamos la cabeza en la nubes.
Si las nubes pesaran lo mismo que pesa el alma, viviríamos suspendidos en el aire, ya que el agua de nuestras lágrimas serian las encargadas de regar los verdes campos, que se tornarían de distintos colores según si las lagrimas fueran de pena o de alegría.
Cuando vivo en la nubes, escribo ciertas cosas, cosas como estas que no me importan que no tengan el mas mínimo sentido para la razón, pero si para el corazón.
Viviendo en las nubes, tocando el cielo, volando en la más absoluta nada o en la más amplia compañía de tus recuerdos, es una manera fácil de visitar a la gente que vive en nuestra cabeza, una sensación que cualquiera puede experimentar, pero que poco se practica.
Subiros a vuestra nube particular y practicar el arte de volar libre, sobre la suave niebla del remordimiento y la húmeda cara de nuestra pena, y para así encontrar flotando en lagunas de pensamiento, el suave candor de la alegría.
En una dimensión diferente
Bienvenidos a esta otra dimensión, donde las ideas y los pensamientos, van de la mano de experiencias vividas e historias de una ficción, de lo mas real.
martes, 18 de mayo de 2010
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