Desde la terraza de la habitación del hotel tenia una hermosa vista del mar, con luna reflejándose en el agua, como marcando un camino hacia ella, la brisa marina, ese fresco y suave aroma a salitre en el ambiente y el rumor de las olas rompiendo contra las formaciones rocosas que formaban como una puerta de entrada al mar, en el costado izquierdo de la cala, por donde grupos de submarinistas se adentraban día y noche en las cristalinas pero, todavía frías aguas del mediterráneo, en la costa brava.
El rumor del mar tan relajante, entraba en la habitación formando un eco relajante que ayudaba a conciliar el sueño, aunque un poco turbado por las celebraciones nocturnas en la playa de varios enlaces matrimoniales.
Durante el día y con el sol traspasando el agua, se podía observar los contrastes de azules que tiene el mar en esta zona de la costa, azules claros, oscuros, turquesas, muy parecidos a los colores que podemos ver en el mar del caribe, solo con la diferencia de la temperatura del agua que aquí es bastante mas gélida, durante los meses de primavera.
Un paseo por la zona amurallada de Tossa de Mar, me hace recordar lo bonito y la historia de esas viejas paredes, que han aguantado frente al mar durante tantos siglos de historia.
Una visita a las zonas mas profundas del pueblo dentro de las murallas, se me antoja como una sensación ya vivida, en los paseos por las calles de otros pueblos de historia medieval, pero con el encanto de un pueblito marinero.
Después de visitar la zona del faro, que indica a los barcos en la noche la enorme protuberancia de rocas y afilados acantilados de esta parte del Mediterráneo, nos dimos una vuelta por el acantilado que esta justamente debajo de la muralla, y me daba una vista especial de las paredes verticales de la zona y aparte me hacia pensar en que era como estar en la isla de perdidos, me sentía como una suerte de Jack Shepard junto a mi Kate particular, cuando mirando al mar, desde ese acantilado, percibía esa nostalgia y felicidad que te da ver la belleza de la naturaleza que no puedes ver todo los días.
La mezcla de culturas en un pueblo ya abocado simplemente al turismo, ya que la mar ya no da para vivir a la gente y que las embarcaciones que se ven ancladas en las distintas playas, son prácticamente todas de recreo, y la diversidad y cantidad de restaurantes y tiendas que pueblan las calles interiores de la zona vieja, una manera de avanzar hacia un futuro incierto, aunque viendo que el turismo va cambiando, y ya hay variaciones en cuanto a la fauna turística que nos visita, también se puede ver como las despedidas de solter@s, y las bodas abundan en un pueblo que antaño solo era de pescadores, o por lo menos que ha ido creciendo hacia otras propuestas, mas socioculturales y de aventura que las que hace 14 años, cuando estuve por primera vez, tenia.
Gente de todo tipo puedo ver en mis estancias en la playa, desde señoras mayores que se piensan que tienen 15 años, con sus discusiones de amoríos y rollos de novios, hasta los típicos killos, que tienen las neuronas suficientes para pasar el día, como los extranjeros con sandalias y calcetines, una especie que no se extinguirá nunca, pasando por el típico niñato que intenta ligarse a unas extranjeras, vamos que hay cosas que nunca cambian, por no hablar del típico guiri que se emociona al ver a una mujer vestida de faralaes, bailando cerca de el, vamos que muchos tópicos se me ha refrendado con el paso de las horas.
Estando aquí tengo la sensación que ya he vivido en un lugar así, quizá por eso tengo esa sensación de nostalgia cada vez que me siento en un lugar tranquilo a mirar el mar y por eso me encantaría poder algún día vivir en un sitio así, con el encanto de un pueblo medieval, con su pequeña ciudadela tras las murallas pero mirando al mar, para poder pasear por la orilla del mar y también por sus calles viejas, y llenas de historia, sin mas preocupación que la de cuidar y tener la compañía de mi familia.
Gente de todo tipo puedo ver en mis estancias en la playa, desde señoras mayores que se piensan que tienen 15 años, con sus discusiones de amoríos y rollos de novios, hasta los típicos killos, que tienen las neuronas suficientes para pasar el día, como los extranjeros con sandalias y calcetines, una especie que no se extinguirá nunca, pasando por el típico niñato que intenta ligarse a unas extranjeras, vamos que hay cosas que nunca cambian, por no hablar del típico guiri que se emociona al ver a una mujer vestida de faralaes, bailando cerca de el, vamos que muchos tópicos se me ha refrendado con el paso de las horas.
Estando aquí tengo la sensación que ya he vivido en un lugar así, quizá por eso tengo esa sensación de nostalgia cada vez que me siento en un lugar tranquilo a mirar el mar y por eso me encantaría poder algún día vivir en un sitio así, con el encanto de un pueblo medieval, con su pequeña ciudadela tras las murallas pero mirando al mar, para poder pasear por la orilla del mar y también por sus calles viejas, y llenas de historia, sin mas preocupación que la de cuidar y tener la compañía de mi familia.
1 comentario:
Fotos chulísimas!!
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